CUENTO
Margarita se compró un microondas y lo instaló junto al horno en la cocina de su nuevo apartamento de treinta metro cuadrados. Sabía que no era el sitio más indicado para ponerlo pues ya conocía de antemano la gran rivalidad que existe entre ambos electrodomésticos, pero no había más espacio en aquel zulo.
A la mañana siguiente, cuando se levantó, vio un gran charco de sangre en el suelo y un cuchillo a los pies de su cama. Sobresaltada se inclinó para recogerlo y encontró el cadáver del microondas detrás de las cortinas. Dando un grito corrió a la cocina y comprobó lo que ya sospechaba: el horno había desaparecido. Sin dudarlo llamó a la policía. Se burlaban de ella mientras les contaba lo que había sucedido. No la creían, por lo que decidió presentarse en comisaría con el frigorífico, único testigo de lo que había ocurrido. El detective escuchaba atónito sus declaraciones, que la nevera narraba imitando la voz de José María García: "aprovechando la oscuridad reinante a las tres de la madrugada, el horno se abalanzó sobre su víctima con un gran cuchillo que manejaba con la misma habilidad con la que un cirujano plástico maneja el bisturí, y haciendo uso del arma le atravesó la puerta llegando hasta los circuitos, luego de un puntapié lo lanzó hasta la habitación donde dormía placidamente nuestra dueña ajena a todo lo que estaba ocurriendo". El policía, que no salía de su asombro, se puso a buscar al presunto agresor y lo encontró en un bar de alterne para electrodomésticos llamado "El Armario". Lo sorprendió mientras intentaba convencer a una aspiradora que le hiciera algún que otro favor sexual a cambio de una deliciosa dorada a la sal preparada por el mismo.
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Quino -
Ana Rosa -