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HISTORIAS PARA NO MEAR (VOL 2)

El joven Diógenes andaba. No necesitaba trabajar ya que se ganaba la vida paseando. Caminaba todo el día y toda la noche, y cuando se cansaba entonces caminaba más despacio, pero nunca paraba. Dejaba que su olfato le guiase por los caminos que en ocasiones ni siquiera estaban marcados.

Nunca tuvo prisa por llegar a ningún sitio pero siempre llegaba puntual donde menos se le necesitaba. Su presencia fue completamente inútil en todas partes.

Se alimentaba, literalmente, del aire. Llevaba la boca abierta de par en par y mientras caminaba iba engullendo los mosquitos despistados que se colaban en su interior.

Ayer lo encontraron muerto frente a la casa de una anciana que le atizó con una barra de hierro al descubrirle persiguiendo a las moscas que rondaban la basura que acumulaba en su casa.

¡Pobre diablo!, creo que le entierran hoy, de pie y con la boca abierta, como vivió.

1 comentario

Quino -

Descansa en paz, Diogenes